2025-10-14







Por esto “Pequeño J”, Narco peruano, asesinó a tres chicas argentinas: Triple feminicidio en VIVO

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Impacto Mundo

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La investigación por el triple crimen de Lara Gutiérrez (15), Brenda del Castillo (20) y Morena Verdi (20) dio un giro con la captura en Perú de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, un joven de 17 años señalado como jefe de una célula narco que habría ordenado el ataque y la transmisión en vivo de las torturas. El caso, descrito por fiscales y expertos como un narcofemicidio, expone el poder de las economías ilícitas y las grietas en la respuesta del Estado. El narcofemicidio en Florencio Varela vuelve a poner en foco la combinación letal entre violencia mafiosa y violencia de género.

Qué ocurrió: de una salida a una fiesta al hallazgo de tres cuerpos

Las tres jóvenes salieron la noche del 19 de septiembre convencidas de que asistirían a una reunión. Según la línea de tiempo reconstruida por los investigadores, fueron engañadas, subidas a una camioneta con licencia adulterada y trasladadas a una vivienda de Villa Vatteone, Florencio Varela. Sus teléfonos dejaron de emitir señal pocas horas después; un punto de geolocalización permitió ubicar el barrio. Cinco días más tarde, tras un rastrillaje, personal policial encontró los cuerpos enterrados en el jardín de esa casa.

La casa del horror: cámaras, limpieza y un mensaje mafioso

Peritos judiciales hallaron cámaras instaladas para registrar lo que ocurría en el interior. La escena había sido lavada con lavandina antes de la llegada de los uniformados. Fuentes del expediente señalan que parte de las agresiones se transmitió en tiempo real a un grupo cerrado de alrededor de 45 personas vinculadas a la banda, con el objetivo de sembrar miedo y reafirmar control territorial. Las autopsias confirmaron un patrón de violencia extrema y humillación, propio de crímenes mafiosos.

La hipótesis central: venganza narco y disciplinamiento

La pista más sólida apunta a una represalia por el presunto robo de varios kilos de cocaína al grupo que, según la investigación, lideraba “Pequeño J”. La orden no habría buscado solo matar: se trataba de un castigo ejemplificador. En los operativos derivados del caso ya hay, al menos, nueve detenidos con roles diferenciados: choferes, colaboradoras y colaboradores que limpiaron la casa, presuntos responsables de cavar la fosa y supuestos administradores del inmueble utilizado como base. Entre los señalados figuran Matías Sebastián Osorio —mano derecha del cabecilla—; Víctor Sotacuro, relacionado a un vehículo de apoyo con patentes adulteradas; Miguel Ángel Villanueva Silva e Iara Daniela Ibarra, vinculados a la propiedad; además de Andrés Maximiliano Parra y Magalí Celeste González, sorprendidos mientras higienizaban la escena.

Captura en Perú: cómo cayó “Pequeño J”

Seis días después del hallazgo de los cuerpos, agentes argentinos y peruanos coordinaron su arresto en Pucusana (Perú), cuando intentaba huir en un camión proveniente de Bolivia. Lo delató un error elemental: mantuvo el mismo número de teléfono durante la fuga. Junto a él fue detenido su lugarteniente, Matías Agustín Ozorio. Pese a su edad, el adolescente acumulaba antecedentes por venta de drogas, exhibición de armas en redes y delitos asociados al narcomenudeo. La fiscalía lo ubica como autor intelectual del triple crimen y responsable de la difusión de los videos de tortura para disciplinar a pares y rivales.

Narcofemicidio en Florencio Varela: un término para un fenómeno en expansión

Organizaciones y especialistas describen el caso como un narcofemicidio: cuando la violencia contra mujeres y adolescentes se cruza con lógicas de castigo mafioso. En el conurbano bonaerense —señalan fuentes de seguridad— las redes criminales utilizan a jóvenes como “mensajeras”, mulas o señuelos, y cuando se producen disputas por territorio o mercancía, ellas quedan en el centro del daño. El narcofemicidio en Florencio Varela obliga a revisar protocolos, mapas de riesgo y tiempos de reacción.

Fallas del Estado: denuncias tardías y protocolos que no se activaron

Familiares de las víctimas reportaron la desaparición desde el primer día. La causa, sin embargo, se clasificó de inicio como “fuga voluntaria”. El cese de señales de celulares no activó de inmediato alertas tempranas ni cercos tecnológicos. Un informe interno, citado por fuentes judiciales, admite que hubo pistas desaprovechadas en las primeras 48 horas, ventana crítica para rescate y preservación de pruebas.

Qué viene: justicia, cooperación y prevención

La extradición de “Pequeño J” dependerá de los tiempos judiciales peruanos y de los pedidos formales argentinos. En paralelo, la causa en Buenos Aires avanza sobre la estructura financiera, la ruta de los vehículos y la red que sostuvo la logística del crimen. En el plano preventivo, especialistas recomiendan reforzar unidades de búsqueda inmediata, ampliar cobertura de cámaras públicas con criterios probatorios, cruzar bases de patentes adulteradas y profundizar acciones sociales en barrios donde el narcomenudeo capta a menores.

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