Influencers en México: la nueva guerra del narco contra los creadores de contenido
La fama ya no protege. En los últimos meses, varios influencers en México han sido asesinados, amenazados o desaparecidos en circunstancias que apuntan al crimen organizado. Desde ejecuciones a plena luz del día hasta mensajes en panfletos criminales, el fenómeno revela una peligrosa conexión entre el narcotráfico y el mundo digital.
Una tendencia que estremece a México
En México, ser popular en redes sociales se ha convertido en un riesgo mortal. Figuras como Valeria Márquez, Camilo Ochoa, Fede Dorcaz o los músicos B-King y Regio Clown forman parte de una lista cada vez más larga de creadores que pasaron de la pantalla al crimen.
El caso más reciente es el del argentino Fede Dorcaz, ejecutado a tiros en el Periférico de Ciudad de México. Dos motociclistas interceptaron su vehículo sin robarle nada, lo que apunta a una ejecución planificada. Días antes, había publicado —y luego eliminado— un video que mostraba un asalto en Polanco, contenido que, según fuentes cercanas, podría haber motivado su asesinato.
Influencia, narcotráfico y propaganda
Según el analista de seguridad David Saucedo, los cárteles han aprendido a usar las redes sociales como campo de control simbólico y territorial. “Los grupos criminales entienden que dominar el discurso público es tan importante como controlar las rutas de droga”, explicó.
Los influencers en México que cruzan los límites —ya sea denunciando, exhibiendo lujos o vinculándose con personajes del bajo mundo— pueden convertirse en objetivos. En regiones como Sinaloa, Michoacán y Jalisco, varios creadores han aparecido en narcovolantes acusados de colaborar con grupos rivales, o de “hablar de más” en redes sociales.
El asesinato de Valeria Márquez, transmitido en vivo desde su salón de belleza en Jalisco, y el homicidio de Camilo Ochoa, conocido como El Alucín, muestran cómo la exposición pública puede volverse una trampa. En este último caso, su nombre apareció en panfletos lanzados desde avionetas días antes de su muerte.
La brutal advertencia de los casos B-King y Regio Clown
En septiembre, los músicos colombianos B-King y Regio Clown desaparecieron tras acudir a un gimnasio en Polanco. Seis días después, sus cuerpos desmembrados fueron hallados en Cocotitlán, junto a un mensaje firmado por La Familia Michoacana. El texto los acusaba de “chapulines”, término que en el mundo criminal alude a la traición.
La investigación apunta a que los artistas participaron en una fiesta privada donde se habrían relacionado con personas vinculadas al narcotráfico. La actriz e influencer Angie Miller, pareja de B-King, fue detenida por su presunta implicación.
Redes sociales: el nuevo frente de la guerra criminal
Los expertos coinciden en que el poder digital se ha convertido en un territorio más dentro de las guerras del narcotráfico. Los cárteles no solo disputan territorios, sino también la narrativa pública. En ese contexto, los influencers mexicanos pueden ser vistos como amenazas, portavoces o simples herramientas mediáticas.
“En ocasiones, un simple video o publicación basta para desatar consecuencias fatales”, advierte Saucedo. Las redes sociales ya no son solo espacios de entretenimiento: también son trincheras donde la palabra puede costar la vida.
La violencia contra los influencers en México es el reflejo de un país donde la visibilidad puede convertirse en condena. Cada asesinato es un mensaje: el crimen organizado vigila, castiga y controla lo que se dice en internet.
Detrás de cada caso hay un patrón común: fama, exposición y un poder simbólico que incomoda a quienes dominan desde las sombras. La pregunta que queda en el aire es si el Estado mexicano será capaz de garantizar que la libertad digital no se pague con sangre.
